Amigo, aunque desconocido, internauta: Al sentir tu presencia cercana me he preguntado: �Qu� le habr� tra�do hasta aqu�? �La curiosidad? �La casualidad? �La b�squeda afanosa? �El consejo de un amigo? En cualquier caso, bienvenido seas a esta p�gina web, peque�a y t�mida, en medio de la plaza, grande y bulliciosa, del mundo cibern�tico. �Bienvenido, repito, y gracias por entrar en este portal cristiano! Me presentar� cont�ndote c�mo he llegado a transitar por este laberinto de mil caminos que es el continente digital. De peque�o coleccionaba sellos de correos y de joven chistes de Mingote. De mayor comenc� a coleccionar textos. Textos de diversos autores que encontraba en libros, revistas, peri�dicos� y en ese horizonte sin l�mites que es el ciberespacio. Textos que, seg�n me parec�a, resplandec�an por su Verdad, Bondad o Belleza; textos que no deber�an perderse, olvidados entre las estanter�as de una librer�a, un revistero o una hemeroteca, o, peor a�n, arrojados sin piedad en una papelera. Hab�a que rescatarlos -pens�- defenderlos y promocionarlos. En este ejercicio, naturalmente, va incluido el reconocimiento, la valoraci�n y la gratitud a sus escritores. �C�mo agradecerles esas palabras? Con mi admiraci�n, les deseo lo mejor: que Dios se lo pague. Estos textos a promocionar proven�an de tres manantiales: En primer lugar, el manantial, sorprendente e infinito, de la Palabra de Dios. El mismo Jes�s dijo: �El cielo y la tierra pasar�n, pero mis palabras no pasar�n� (Mt 24, 35). En otras ocasiones afirm�: �El que oiga estas palabras y las ponga en pr�ctica, ser� como el hombre prudente que edific� su casa sobre roca� (Mt 7, 24). �Lo que yo os digo en la oscuridad, decidlo vosotros a plena luz; y lo que o�s al o�do, proclamadlo desde los terrados� (Mt 10, 27). San Juan identifica la Palabra con Jesucristo en el pr�logo de su evangelio: �En el principio exist�a la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios (�) La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo (�) Y la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo �nico, lleno de gracia y de verdad�. (Jn 1, 1-14). �C�mo no detenerse ante estos textos, arrodillarse, dejarse iluminar y predicarlos �a tiempo y a destiempo� (2 Tim 4, 2)? En segundo lugar, el manantial de la doctrina de la Iglesia. �Palabras de innumerables sabios, doctores, investigadores, santos, profetas, m�sticos, poetas, artistas�! Por sus manos ha pasado la cultura, la ciencia, el arte, la filosof�a� durante siglos. �Recordamos algunos testimonios significativos sobre la Iglesia cat�lica?: Un cl�sico: Marcelino Men�ndez Pelayo, nuestro pol�grafo monta��s, en su Historia de los Heterodoxos, manifest�: �La Iglesia es el eje de oro de nuestra cultura: cuando todas las instituciones caen, ella permanece en pie; cuando la unidad se rompe por guerra o conquista, ella la restablece; y en medio de los siglos m�s oscuros y tormentosos de la vida nacional, se levanta como la columna de fuego que guiaba a los israelitas en su peregrinaci�n por el desierto. Con nuestra Iglesia se explica todo; sin ella, la historia de Espa�a se reducir�a a fragmentos�. Un extranjero: Gilbert K. Chesterton, el converso ingl�s de �ltima hora, en su libro El hombre eterno, se confiesa: �No me cabe en la cabeza c�mo una torre tan fr�gil podr�a permanecer tanto tiempo en pie sin un fundamento firme. Y, menos a�n, c�mo pudo convertirse, c�mo se convirti� de hecho en el hogar del hombre. La mente cat�lica es la �nica que permanece intacta frente a la desintegraci�n del mundo. Si fuera un error, no hubiera podido durar m�s que un d�a. Si se tratara de un mero �xtasis, no podr�a aguantar m�s de una hora. Sin embargo, ha aguantado dos mil a�os, y el mundo, a su sombra, se ha hecho m�s l�cido, m�s equilibrado, m�s razonable en sus esperanzas, m�s sano en sus instintos, m�s gracioso y alegre ante el destino y la muerte, que todo el mundo que no se acoge a ella. Pues fue el alma del cristianismo lo que eman� del incre�ble Cristo, y el alma del cristianismo era sentido com�n�. Un hombre actual: Alejandro Llano Cifuentes, Director del Departamento de Filosof�a de la Universidad de Navarra, escribi� en La Gaceta de los negocios el 5 de abril de 2007: �Al parecer, no se acostumbran ni se resignan a que el cristianismo goce de tan buena salud. A pesar de todos los pesares, tanto externos como internos, la Iglesia cat�lica representa, en este comienzo de siglo, la instituci�n m�s comprometida con la �tica, con la paz, con la atenci�n a los m�s pobres. En un clima cultural de completo permisivismo y relatividad, a la �nica instancia a la que no se tolera la libre expresi�n de sus posturas es a la jerarqu�a eclesi�stica. Semejante diferencia de trato resulta tan notoria que ya ha sido detectada y se�alada por destacados intelectuales no cristianos. La hondura del cristianismo no se presta al tipo de acercamientos fr�volos y banales que est�n proliferando �ltimamente. Se trata de unas apreciaciones en las que los creyentes no podemos reconocernos, porque nuestras vivencias religiosas discurren por derroteros que esos cr�ticos tan crispados se muestran incapaces de detectar. Una cr�tica s�lo es relevante en la medida en que puede ser aceptada por los criticados. Vistas las cosas as�, la pintoresca conspiraci�n anticristiana resulta m�s bien irrelevante�. �C�mo no tener en cuenta las palabras de la Iglesia, sus intuiciones, sus argumentos, sus lecciones, sus sugerencias�? En tercer lugar, el manantial de palabras del mismo Mundo: la sabidur�a de innumerables hombres y mujeres que, por encima de culturas, ideolog�as, credos y ciencias han sabido decir, aqu� o all�, palabras que conmueven, iluminan, orientan y emocionan a los hombres de cualquiera de las edades. Ellos son los depositarios de lo que el Concilio Vaticano II llam� �semillas del Verbo�. Semillas que el Esp�ritu, a manos llenas, ha ido derramando a lo largo de los tiempos a quien quiso, donde quiso y cuando quiso, sin detenerse a pensar si �eran o no de los nuestros� (Lc 9, 49-59). Aunque estas �semillas del Verbo� las hab�a intuido San Pablo y las hab�a predicado San Justino ya en el siglo II, el Concilio Vaticano II ha renovado su doctrina. Pongamos alg�n ejemplo: La Constituci�n Lumen Gentium, sobre la Iglesia, n� 16-17, ense�a: �La Iglesia aprecia todo lo bueno y verdadero, que en ellos se da, como preparaci�n evang�lica y dado por quien ilumina a todos los hombres, para que al fin tengan vida� Con su obra consigue que todo lo bueno que hay ya depositado en la mente y en el coraz�n de esos hombres, en los ritos y culturas de estos pueblos no solamente no desparezca, sino que cobre vigor y se eleve y se perfeccione para la gloria de Dios, confusi�n del demonio y felicidad del hombre�. La Declaraci�n Nostra aetate, sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas, n� 2, escribi�: �La Iglesia cat�lica nada rechaza de lo que en estas religiones hay de verdadero y de santo. Considera con sincero respeto los modos de obrar y de vivir, los preceptos y doctrinas, que, aunque discrepan en muchos puntos de lo que ella profesa y ense�a, no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad (radium illius Veritatis) que ilumina a todos los hombres�. El Decreto Ad Gentes, sobre la actividad misionera de la Iglesia, n� 11, es expl�cito: �Para que los mismos fieles puedan dar fructuosamente este testimonio de Cristo� descubran, con gozo y respeto, las semillas de la Palabra que en ellas [en sus tradiciones nacionales y religiosas) se contienen� Como el mismo Cristo escudri�� el coraz�n de los hombres y los llev� con un di�logo verdaderamente humano a la luz divina, as� sus disc�pulos, inundados profundamente por el Esp�ritu de Cristo, deben conocer a los hombres entre los que viven y conversar con ellos para advertir en di�logo sincero y paciente las riquezas que Dios, generoso, ha distribuido a las gentes, y al mismo tiempo han de esforzarse por examinar estas riquezas con la luz evang�lica, liberarlas y reducirlas al dominio de Dios Salvador�. �C�mo no escuchar con atenci�n esas palabras proclamadas por los profetas laicos de nuestro mundo? Merecen nuestro respeto y atenci�n. Poco a poco me fui haciendo con un mont�n de textos que me ped�an a gritos les ordenara de alguna manera. Fue entonces cuando, como respuesta ante las diversas noticias de la actualidad, les fui colocando sobre sencillos armazones tem�ticos del modo m�s sencillo y corto posible. Sin darme cuenta hab�a comenzado a facilitar un di�logo entre la fe de siempre con la cultura de nuestro tiempo. Todo muy rudimentario y simple, sin ninguna pretensi�n, pero iluminador y refrescante. Estos trabajos me sirvieron de base para escribir art�culos, dar charlas, preparar catequesis e, incluso, pronunciar homil�as. As� las cosas, la ense�anza de Benedicto XVI nos invita a usar los nuevos m�todos de comunicaci�n para acelerar la �nueva evangelizaci�n�. M�s a�n, nos anima a emprender la tarea de evangelizar el �continente digital�. Recuerdo algunas de sus palabras: El 24 de abril de 2010, Benedicto XVI recibi� en audiencia a los cerca de 8 mil participantes en el Congreso que se ha celebrado bajo el nombre "Testigos digitales. Rostros y lenguajes en la era crossmedia". En esta ocasi�n dijo el Papa: "Sin temores tenemos que aventurarnos en el mar digital, afrontando la navegaci�n abierta con la misma pasi�n que desde hace 2 mil a�os gobierna la barca de la Iglesia (�) Los modernos medios de comunicaci�n est�n entrando desde hace tiempo a formar parte de los instrumentos normales, a trav�s de los que las comunidades eclesiales se expresan con su propio territorio e instaurando, muy a menudo, formas de dialogo de largo alcance". En el Mensaje para la Jornada de los Medios de Comunicaci�n Social de 2010, el Papa se dirige directamente a los sacerdotes: �(Los presb�teros) deben anunciar el Evangelio vali�ndose no s�lo de los medios tradicionales, sino tambi�n de los que aporta la nueva generaci�n de medios audiovisuales (foto, video, animaciones, blogs, sitios web), ocasiones in�ditas de di�logo e instrumentos �tiles para la evangelizaci�n y la catequesis�. �C�mo pod�a yo responder a la llamada del Papa? Facilitando a todo el mundo -me respond�- el trabajo realizado. El mejor modo ser�a colgar en internet estas SEMILLAS por si pudieran servir a alguien. �Dios lo quiera! El deseo de Benedicto XVI, traducir�a para nuestro tiempo el mandato del mismo Se�or Jesucristo que nos dijo �Id por todo el mundo y anunciad el Evangelio� (Mc 16, 15). Recorriendo los caminos del ciberespacio, ahora s� que podemos salir por todo el mundo y anunciar la buena noticia del Evangelio. �Por qu� el t�tulo de �SEMILLA CRISTIANA�? Porque cada uno de estos textos, la Palabra de Dios, la doctrina de la Iglesia y las �semillas del Verbo� que brotan en el Mundo, tienen en s� una enorme potencialidad: son como el grano de mostaza del que dice Jes�s: �Es ciertamente m�s peque�a que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas, y se hace �rbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen a anidar en sus ramas� (Mt 13, 32). Recordemos para concluir la par�bola del sembrador: �Una vez sali� un sembrador a sembrar. Y al sembrar, unas semillas cayeron al borde del camino; vinieron las aves y se las comieron. Otras cayeron en pedregal, donde no ten�an mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener hondura la tierra; pero en cuanto sali� el sol se agostaron y, por no tener ra�z, se secaron. Otras cayeron entre abrojos; crecieron los abrojos y las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta. El que tenga o�dos, que oiga� (Mt 13, 3-9). Pido a Dios que cada uno de estos textos sea verdaderamente buena SEMILLA CRISTIANA, caiga en tierra sin piedras ni abrojos y de mucho fruto. Un saludo cordial y que Dios te bendiga
Florentino Guti�rrez S�nchez. Sacerdote Salamanca, 12 de junio de 2011, fiesta de Pentecost�s
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